Aprendiendo a ser persuasivo (1ª parte)

¿Quiere ser más convincente?, ¿necesita causar buena impresión? Si ha contestado afirmativamente a estas dos preguntas, no le de más vueltas. Lo que usted precisa es ser más persuasivo; sinónimo de contundente, elocuente y seductor.

Antes de explicarle cómo puede lograr esta capacidad o habilidad trabajando ciertas conductas, definamos el concepto.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española persuadir es “inducir, mover, obligar a alguien con razones a creer o hacer algo”. Por lo tanto, la persuasión es la aptitud o destreza para cambiar la actitud o comportamiento -bien sea de una persona o de un grupo de ellas- utilizando razonamientos o sentimientos.

Dicho así, puede entenderse como algo negativo, utilizándose de manera peyorativa, si se toma desde el punto de vista del manipulador. Pero lo cierto y verdad es que existe una notable diferencia entre uno y otro perfil.

Aunque ambos, tanto la persuasión como la manipulación, son métodos para convencer a las personas de hacer algo por ti o cambiar su pensamiento para coincidir con el tuyo, siguen estilos muy diferentes.

Mientras que la persuasión respeta la dignidad del receptor, al permitirle hacer una elección voluntaria, informada, racional y reflexiva, la manipulación lo hace omitiendo información, jugando con las emociones y generalmente convenciendo de forma poco ética a alguien.

Por lo tanto, establecidas las diferencias, vayamos a los casos prácticos. Este primer artículo de dos recoge una serie de trucos y consejos que, de entrenarse, le pueden convertir en el ser persuasivo que siempre había soñado ser y en el que, hasta ahora, no había logrado convertirse.

Entremos en materia. La persona persuasiva

1.- conoce con quien habla, utiliza su mismo lenguaje, sabe de la particularidad de quien tiene en frente y personaliza su mensaje, adaptándolo a su receptor.

2.-Conexiona con la otra persona. La persona que está en frente es alguien con quien ha conectado, no un oponente o un rival.

3.- No es descarado ni agresivo ya que surte mayor efecto una comunicación expuesta de manera discreta y disimulada. El objetivo es evitar que nuestro interlocutor se sienta incómodo y, mucho menos, amenazado.

4.- Tampoco es tímido, pero sin pasarse de discreto. La persona persuasiva no busca la aprobación. Por lo tanto, expone sus ideas como declaraciones u hechos interesantes, sin utilizar la fórmula del “yo creo”, “yo pienso”. Se apoya en la objetividad de la cuestión y no en la expresión de su opinión.

5.- Su lenguaje corporal es positivo, abierto, manteniendo un contacto visual con su interlocutor, conservando los brazos sueltos, sin cruzarlos, de manera que pueda transmitir más con ellos. Incluso, el tono de voz importa: éste ha de ser enérgico y entusiasta.

Por hoy ya hemos terminado. El próximo lunes 2 de marzo les contaremos las 10 restantes recomendaciones para lograr ser más persuasivo. Por el momento, tienen ya material suficiente sobre el que reflexionar y con el que ir practicando…

Y, ¡créannos! También nosotros estamos aprendiendo y aplicando pues nuestro objetivo es despertarles su interés, proporcionándoles contenidos de calidad que les enriquezcan y entretengan al mismo tiempo.