Antes se creía que la pérdida de memoria y la confusión eran parte del proceso normal del envejecimiento pero… esto ya no es así.
Hoy en día, diversos estudios demuestran que la mayoría de las personas se mantienen alerta y tienen un buen uso de sus facultades a medida que envejecen, aunque es posible que tome un poco más de tiempo recordar las cosas.
¿Tiene la mesa de trabajo llena de post it para recordar tareas? ¿Cree que su capacidad de retención le traicionará? ¿Olvida cosas a menudo?
Si las respuestas a estas preguntas es afirmativa, puede que no tenga ningún problema grave de memoria sino que simplemente protagonice momentos de déficit de atención o episodios de estrés.
La mayoría de los fallos de memoria pueden ser combatidos con acciones más sencillas que las que nos contaba Jonathan Swift en ‘Los Viajes de Gulliver’ cuando en la Gran Academia Lagado, situada en el imaginario país de Lapot, los alumnos recordaban las fórmulas matemáticas escribiéndolas con una tinta especial sobre obleas y devorándolas después en ayunas.
Teresa Rognoni, neuropsicóloga y miembro de Saluspot, explica que los fallos de memoria son casi siempre «lapsus de atención que impiden que la información que llega al cerebro se codifique para su posterior almacenamiento y recuperación en un momento dado». Según esta experta, dicha situación se produce por una falta de atención o por «trabajar con la atención dividida, haciendo dos o más cosas a la vez».
Rognoni señala que otra variable que influye es el estrés. «Para tener un rendimiento laboral óptimo, hace falta un nivel de activación medio. Si este nivel sube y se llega al estrés y la ansiedad, el rendimiento del individuo cae, incluido el de su cerebro. Se libera entonces una hormona que, además, eleva la pérdida de memoria».
¿Qué medidas tomar para evitar estas situaciones?
- Controlar el estrés
«Se necesita la cantidad de estrés justa», según Rognoni. A lo que añade: «de vez en cuando hay que parar, respirar y tomar aire. Además es bueno practicar deporte y meditar», explica la doctora que sólo cree que es necesario acudir al especialista «en casos extremos».
- Prestar mayor atención y dar sentido a la información que llega al cerebro.
- Descansar la vista, mirar por la ventana, oxigenar al cerebro, contraer y relajar determinados grupos musculares.
En su opinión, para ganar memoria no hace falta medicarse. «Tenemos que intentar mejorar con lo que está en nuestras manos. Sólo si falla mucho la memoria y de forma persistente, habrá que ir al médico. Pero en general casi siempre estamos ante problemas de déficit de atención o de estrés».
Los especialistas del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de Estados Unidos (NIA, por sus siglas en inglés) indican que una combinación de pequeños ejercicios mentales, hábitos saludables y una alimentación sana es la clave para ejercitar la memoria de todos; no sólo la de los adultos mayores.
A continuación detallamos una serie de ‘tips’ para ejercitar la memoria:
- Resolver crucigramas y sudokus, memorizar la lista del súper o recordar los personajes de un libro o de una película.
- Repasar la información que hemos recibido e intentar recordarla luego de 24 horas y, posteriormente, una semana después.
- Aprender técnicas nemotécnicas. Esto es la asociación mental de ideas, esquemas, ejercicios sistemáticos o repeticiones, intentar recordar palabras raras o inusuales por la asociación con cosas sencillas o conectar mentalmente con canciones o versos conocidos que tengan un significado especial.
- Recordar palabras raras o inusuales por la asociación con cosas sencillas.
- Exagerar lo que queremos recordar o hacerlo absurdo, divertido o incluso grosero.
- Emplear los colores para reforzar la imaginación.
Alimentar nuestro cerebro
– Las personas con mala circulación y que no se cuidan sufrirán a largo plazo problemas para pensar, aunque realicen actividades estimulantes.
– Evitar los alimentos que producen el llamado colesterol malo, ya que éstos obstruyen las arterias e impiden que el oxígeno llegue al cerebro.
– Comer verduras y frutas frescas, pasta, legumbres y alimentos que contengan magnesio, yodo y fósforo.
El cerebro fabrica una sustancia llamada fosfatidilserina (FS) que sirve para mantener en buen estado las membranas celulares. Para poder generarla necesita vitaminas como la B12 y el ácido fólico.